Para saber elegir, primero debemos conocer cada opción. Así vamos a empezar!
AZÚCAR:
Para quien practica actividad física, el uso moderado de azúcar puede ser una buena opción para “cargar combustible” antes de los entrenamientos.
Sirven porque son carbohidratos de rápida absorción, es decir, colaboran en la liberación de energía para tus músculos durante tus sesiones.
Pero cuando se consume azúcar refinado sucede lo siguiente:
El azúcar atraviesa rápidamente las paredes del estómago sin ser digerido y estimula una secreción excesiva de insulina, lo cual provoca desequilibrios metabólicos.
Por irónico que parezca, la insulina que secreta el páncreas para ocuparse del azúcar refinado provoca la caída en picada del nivel de azúcar en tu sangre y esto afecta a tu cerebro. Se genera un estado de confusión, irritación, inquietud y cansancio. Una vez que la insulina deja el riego sanguíneo sin azúcar, el cuerpo se encuentra de repente sin combustible: Por lo tanto, cuando el azúcar sale de tu sistema, sientes hambre, incluso ansia, y puesto que se trata de una sustancia adictiva, esos anhelos normalmente pedirán algo que tenga más azúcar.
EDULCORANTE:
Tiene sabor dulce, más intenso aún que el de la glucosa, pero no provee energía: sin embargo el organismo reconoce el sabor, pero como en realidad no hay azúcar, sólo se consigue transformar el poco glucógeno en grasa.
Además, al detectar que no hay glucosa, estimula el apetito sobre todo de alimentos que naturalmente tendrían que proveer energía: azúcares y lípidos. Al seguir comiendo alimentos ¨light¨ (bajos en calorías, 0% de grasas) se produce un círculo vicioso, con aumento de la cantidad de comida y se siguen depositando grasas.
Entonces, no es más sano consumir azúcar o edulcorante, las mejores opciones serían:
Stevia, miel de arroz o cebada y el dulce natural de las frutas.
Si tu elección es seguir consumiendo azúcar o edulcorante, te recomendamos hacerlo con moderación.
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